martes, 29 de junio de 2010

Un lugar en ningún sitio

El proceso de globalización, iniciado con la modernidad, en el siglo XVI, provoca diversos factores que inciden en nuestra sociedad. Podemos destacar la interdependencia y la interconectividad.
La primera implica acciones sistemáticas y el sostén de una sobre la otra a nivel mundial.
La segunda está relacionada a la creación de redes de comunicación que generan redes continuas.
La globalización enmarcada en el sistema capitalista supone el consumo de bienes simbólicos/materiales y, consecuentemente, una industria cultural dinámica. Me refiero a cultura como aquellos aspectos simbólicos de las prácticas humanas.
El mundo globalizado nos permite tener noción de multiculturalidad, es decir, ser conscientes de que en el globo convivimos diversas culturas. A su vez, ser parte de la interculturalidad, esto es conocer características de otras culturas y apropiarlas o resignificarlas (por ejemplo canciones, modos de vestirse, ect).
Nos permite de cierto modo, estar en todos lados, entonces terminamos viviendo en los no-lugares. En contraposición a la antigüedad: se pensaba ser feliz hallándose en un determinado lugar. Las tecnologías de comunicación transforman nuestra idea de experiencia, y por ello no podemos definir un lugar, porque no lo conocemos realmente.
Este fenómeno no es un monstruo, pero está dominado por intereses de unos pocos con el suficiente poder económico. En cualquier momento la sociedad del espectáculo nos irritará con sus significantes vacíos y nos replantearemos el mundo que queremos.


Rochi B. Díaz

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